ESCRIBE: FEDERICO MEDINA
Todos los días nacen canciones,
poemas, películas, historias, que luego cada artista compartirá con
sus amigos, familiares y vecinos; algunos más cercanos, como los
propios del barrio o la ciudad, y otros más lejanos, desconocidos,
extranjeros que hablan un idioma diferente, pero comparten el mismo
gusto artístico o se encuentran en el disfrute de una melodía
inspiradora. Te proponemos descubrir o conocer un poco más sobre
las famosas Usinas Culturales uruguayas.
Un mediodía soleado de julio nos
fuimos a visitar la Usina Cultural del Cerro, situada a pocas cuadras
de la Terminal de ómnibus, más precisamente en el histórico predio
del Programa Apex-Cerro. Llegamos y comenzamos a avanzar por el
camino en subida, acompañados por sus clásicas palmeras a los dos
costados del empedrado. Sobre nuestra izquierda, en la mitad del
recorrido, nos encontramos con “La estancia”, una de las
construcciones más antiguas del lugar; en su interior, una puerta
nos lleva directamente hacia la Usina Cultural cerrense.
Nos recibe todo su equipo: Gabriel
Grau, Coordinador general de la Usina y además Coordinador general
de todas las Usinas del país; Fabian Acosta, Coordinador de sonido,
y Manuel Larrosa, Coordinador audiovisual. En el estudio de
grabación, brillan el bombo y los platillos de una batería que
tiene toda la pinta de ser la vedette, entre tantos instrumentos
prontos para inventar música. Hay varias guitarras rockeras, una
trompeta, tambores de todos los colores, un bajo eléctrico, cables,
micrófonos, una guitarra criolla prolijamente apoyada sobre una
banqueta de madera.
Desde la pequeña ventana que comunica
al estudio con la mesa de controles, Fabián, también conocido como
Max Capote, aprieta el botón de rec y comienza la acción del día.
En teoría se supone que Fabián solamente registra lo que pasa entre
las cuatro paredes de paneles acústicos; algo así como una
fotografía de la realidad, sin que pueda o deba interferir de otro
modo, como lo haría cuando trabaja de productor. Pero en la
cotidiana de todos los días - confiesa - a veces no se aguanta y
comparte su experiencia con sus colegas de turno. Fabián inauguró
la Usina y es una figura de referencia entre sus compañeros y amigos
del Cerro. Recuerda con mucho cariño una de sus primeras sesiones en
el estudio con un joven que se acercó a probar qué tal: “...había
un pibe que hacía punk que tenía problemas de consumo de
sustancias. Yo lo ponía de mañana para que se tuviera que levantar
temprano para venir a grabar. Y en realidad, al principio me salió
el tiro por la culata porque el loco venía de toda la noche, de
tomar whisky, de todo. A veces le tenía que decir -dejá esa botella
afuera. El loco llegaba de mañana pero arruinado; eso fue a
principio de año. Después se puso a grabar y tenía muy buenas
canciones, y empezamos todos a decirle -pah, está buenísimo lo que
hacés. Y se empezó a copar, como que experimentó -digo yo, de
afuera- una especie de sublimación interna, como que entendió que
también podía hacer cosas buenas, que servía para algo, y empezó
a traer hasta a la madre para que viera lo que hacía; todo el mundo
estaba copado con él. A fin de año, el tipo estaba trabajando en el
PTI (Parque Tecnológico Industrial). Se había conseguido trabajo
acá al lado y venía a grabar en las horas libres. Fue como una
recuperación de alguien, no sé en qué andará ahora pero fue como
decir, por lo menos un tipo…”.
Existen varias formas de llegar a una
Usina, todas ellas sencillas y accesibles. “Por lo general lo
que hay más es gente que viene a grabar cuatro canciones” -
cuenta Fabián. También le preguntamos si es necesario presentar
algún proyecto o propuesta previa para acceder a la Usina: “Hay
gente que a veces, por determinadas circunstancias no sabe cómo
presentar un proyecto. Entonces, vienen, golpean la puerta acá y ya
está. Muchas veces les doy mi teléfono personal, les doy hora. Vení
tal día y grabamos. Después, hay veces que hay muchísima gente y
luego baja, y al mes siguiente se llena. No sé bien en qué va eso
pero pasa por épocas. En principio costó un poco entrar al barrio.
No teníamos muchos usuarios pero luego remontó. Estuvimos un año
con “La escuela del rock “(uno de los sub-proyectos de la Usina)
y fue una de las más lindas experiencias”.
Manuel Larrosa tiene a su cargo la
realización y coordinación de todos los proyectos audiovisuales de
la Usina del Cerro. Trabajos que pueden ir desde un videoclip para
una canción, un documental creado por liceales o un corto
cinematográfico. “Lo habitual es que hagan videoclips. Se
trabaja un montón en lo institucional. En el Apex hay muchísimos
grupos de jóvenes, y es necesario realizar un gran trabajo de
difusión. Hay una labor muy importante que es la de enseñar,
incentivar el trabajo en grupo. No alcanza con alguien que maneje la
cámara, tiene que haber alguien que maneje el sonido. En una
producción más importante, también hay que poner alguna luz.
Entonces en lo audiovisual, es fundamental poder trabajar la
dimensión grupal”.
Cuando le preguntamos a Manuel, el más
nuevo del equipo, por sus momentos de más disfrute desarrollando su
trabajo nos relató la historia del Trío La Fortaleza: “El
hacer ya de por sí se disfruta. La devolución, cuando por ejemplo,
unos chiquilines ven el trabajo terminado. Hay gente que nunca pensó
que eso fuera posible. Nos pasó hace poco de unos gurises que tocan
en los ómnibus y tocan muy bien. En este caso se dio la inversa, en
vez de ellos acercarse a la Usina, Gabriel (Coordinador general) los
vio y les dijo -che, saben que acá en el Cerro existe una Usina, por
qué no se arriman, les grabamos un demo. Y entonces llegaron,
estaban todos los instrumentos a disposición. No lo podían creer,
se filmó un videoclip e inmediatamente lo colgaron en el facebook,
de un día para el otro tenía quinientas visitas, estaban
contentisimos”.
CÓMO NACEN LAS USINAS
Gabriel Grau, parte del equipo de la
Usina cerrense, pero además Coordinador general de las Usinas de
todos el país nos relató gran parte del comienzo de esta aventura
cultural: “Cuando llega Hugo Achugar (Director Nacional de
Cultura del MEC), a finales del 2008 junta dos programas de trabajo,
habla de los derechos culturales de la población y entonces crea el
Área de Ciudadanía Cultural: Fábricas de
Cultura, Talleres de Inclusión Socio-Cultural y trae la idea de las
Usinas Culturales. Desembarca esta idea de acceso. Yo puedo acceder a
un taller para capacitarme, por ejemplo en percusión, pero también
crea esta área de las Usinas con el cometido de acceder a producir,
no acceder solamente a capacitarse o acceder a un teatro a sentarme a
ver a un percusionista sino también acceder a grabar yo como
percusionista. Para tener todo el hilo de desarrollo cultural, no sé
si completo pero parecería que bastante completo. Es decir, me
capacito en una actividad cultural, accedo al Solís a ver una obra
de teatro o un concierto, y si soy músico o tengo ganas de hacer un
video, accedo a producir esa creación cultural, musical o
audiovisual”.
CÓMO FUNCIONAN
A partir de esta idea inclusiva y
democrática de acceso a la cultura, en marzo de 2009 se abre la
primera Usina Cultural del Uruguay. Actualmente son trece Usinas,
cinco en Montevideo, y ocho repartidas en los departamentos del
interior del país.
Cada Usina tiene un equipo de trabajo
compuesto por: un Coordinador general, quien se encarga de la
comunicación en el barrio, la ciudad, el departamento, las
articulaciones con la intendencia, con las oficinas de cultura, con
los liceos, etc. También puede promover talleres, viajar hacia otras
localidades a difundir actividades de la Usina; Técnico coordinador
de audiovisual: le da forma a cada idea, acompaña todos los
proyectos; Técnico coordinador de sonido: graba a los grupos o
solistas que llegan hasta la Usina y les entrega un disco compacto
con su trabajo para difundirlo de la manera que ellos crean más
conveniente. Al mismo tiempo, cada Usina se encarga de difundir los
trabajos de sus artistas a través de su propio canal de Youtube
(allí se pueden encontrar gran parte de las creaciones realizadas
por los usuarios) y otras vías de comunicación.
Como nos contó el equipo cerrense, el
acceso a las Usinas por parte de sus potenciales usuarios es
totalmente gratuito. Tal como lo indica su carta de presentación
oficial , las Usinas: “están abiertas para todas las personas
que deseen realizar un proyecto musical y/o audiovisual,
especialmente adolescentes y jóvenes, que por razones económicas,
geográficas o culturales no pueden acceder a este tipo de servicio”.
Muchas de las Usinas están a total
cargo de la Dirección de Cultura del MEC, pero también pueden ser
co-gestionadas con intendencias departamentales o, como en el caso de
la Usina Cerro, con la UdelaR a través del Programa Apex.
En Bella Italia nos encontramos con un
caso muy atractivo. Ya que un grupo de vecinos del barrio fueron
quienes hicieron posible la creación de una de las Usinas más
nuevas. “La primera trabajada con los vecinos y muy bien
organizados ”. - nos cuenta Gabriel Grau con notoria alegría.
“Hace años que se juntaron, tienen una Asociación Civil. Están
gestionando un espacio que lo tienen en comodato, el Mercadito de
Bella Italia. Ganaron un Presupuesto Participativo para una sala de
música, y nos vinieron a proponer gestionarlo junto a la
Intendencia. Es un trabajo muy interesante porque es la primera
gestionada por los vecinos”.
PROTAGONISTAS
Cada Usina tiene su propia historia,
sus propios personajes y particularidades. Tal vez una de las que ha
generado más ruido en los medios de comunicación es la que está
ubicada en Casavalle, donde el artista Aníbal González, más
conocido como Don Cony, grabó su hit “Yo soy Marconi”. El pasado
doce de julio el MEC le entregó un reconocimiento especial por su
gran labor y por las más de cien mil visitas que tiene el video de
la canción en Youtube. En sus letras con rimas y mucho ritmo, Don
Cony cuenta la historia de su barrio con actitud desafiante y
valiente, pero además lo hace de un modo que ha motivado a muchos
otros jóvenes a seguir su camino o a buscar uno nuevo y mejor. En Yo
soy Marconi dice: mi barrio no es cien por ciento
delincuencia...quiero que saques a mi barrio de tanta
persecución...Yo soy Marconi y acá yo me quiero quedar…
En la Usina del Cerro recuerdan con
orgullo la aparición del conjunto musical El Octeto, un grupo
integrado por ex-presos políticos que se formó en el Penal de
Libertad en 1973 y que volvió a juntarse para hacer canciones en la
Usina. Su composición “20 de febrero”, que puede verse y
escucharse en la página de internet del MEC, relata una historia de
vida que conmueve hasta las lágrimas.
La Usina del departamento de Artigas es
una de las más coquetas y como si fuera poco cuenta con dos estudios
para grabar audio. Allí, un grupo de docentes y estudiantes del
Liceo departamental Nº1, con la colaboración y apoyo de los
técnicos, realizaron un corto cinematográfico que se llama “El
día que se apagó el sol”. Dicha creación audiovisual cuenta una
historia campera, con música de folklore, cuotas de humor y
suspenso, e inolvidables actuaciones.
La lista de artistas que han
participado de la experiencia es interminable, pero el músico
artiguense Juancho Moraes se destaca especialmente. A sus 76 años se
dio el gusto de grabar sus más queridas interpretaciones de tango
con su instrumento favorito. En entrevista para el sitio web del MEC
relató cómo se hizo con su primer bandoneón: "Cuando
tenía 18 años fui a la Caja Popular a pedir un crédito de 800
pesos, de aquella época, ¡que no son los mismos que ahora!...Desde
siempre me fascina su sonido, porque es ronco en los bajos y
enronquecido en los agudos.."
Al final y con mucho esfuerzo pudo terminar el préstamo y adquirir
su bandoneón.
"
Nunca pensé que iba a poder grabar mis músicas…” confiesa
Juancho. “Un día iba
en mi camioneta con la radio prendida, escuchando un programa de
tango de acá de Artigas y pasaron mis músicas. No me lo esperaba y
me puse tan contento y tan feliz".
DESAFÍOS...
Gabriel
Grau (Coordinador general), sueña con poder editar discos con los
artistas que graban todos los días en cada Usina. También cree que
deberían poder comunicar más y mejor sus logros y actividades:
“tener más ventanas para difundir lo que se hace, o
poder participar en festivales o muestras de cine. Para eso tenés
que tener a alguien que esté avispado en ese tema. Lo mismo en el
área musical, poder lograr instancias de que músicos que hayan
pasado por acá participen en algún escenario que convoque... No sé,
puede ser un festejo que haga el MEC con bicentenario, -ya lo hicimos
pero tipo lamparita que se prende y apaga, no una cosa continuada-
que los músicos que pasen por acá tengan como esa red para generar
toques por acá y por allá”.
Desde una perspectiva más ambiciosa
pero posible nos contó la relación de las Usinas uruguayas con
otros proyectos culturales en Latinoamérica: “tenemos una
especie de hermanamiento no escrito pero sí sentimental con un
estudio de música y grabación de Argentina que depende de la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Tuvimos la posibilidad de
visitarlo el año pasado. Nosotros estábamos como locos con ellos
porque tenían un estudio bárbaro, pero ellos estaban como locos con
nosotros por la cantidad de estudios que teníamos. Y sabemos que hay
proyectos parecidos en Latinoamérica. Todos los ministerios,
direcciones o institutos de cultura tienen su área de trabajo de
desarrollo y ciudadanía cultural. Y bueno, ese es otro desafío,
cómo poder hermanar las usinas, ese tipo de convivencia
latinoamericana con proyectos parecidos de acceso cultural. Porque
vos podés decir, puedo grabar acá un tema con un cantautor uruguayo
y participa un cantautor mexicano arriba de la pista que se hace acá
y se crea una canción entre dos artistas de diferentes países. Eso
está buenísimo. Con Venezuela tuvimos un intento de cooperación.
La idea era hacer un disco de temas venezolanos cantados por
uruguayos y temas uruguayos cantados por venezolanos. Tenemos que
seguir trabajando en ese rumbo”.
...Y OPORTUNIDADES
Para la realización de este informe,
hablé con técnicos y usuarios de muchas Usinas y siempre y sin
excepción escuché una voz amigable y un discurso entusiasmado.
Nunca tuve la suerte de grabar una canción pero puede que ahora
tenga ganas. Escuché y observé a muchos de los artistas que hasta
hace unos pocos días, no conocía. Le mandé por correo a un amigo
fanático del heavy metal un link de Nevenka, una banda del género
que grabó en Casavalle y que seguro le va a encantar. Me acordé de
Luis Antonio, otro amigo que vive en Las Piedras que tiene escritas
más de cincuenta canciones y debería ir a la Usina más cercana
para volver a grabar. Si me deja, yo lo acompaño en el bajo, y si no
lo iré a ver en vivo.
Las Usinas constituyen un permanente
flujo de música e imágenes, pero tal vez su valor más importante
tenga que ver con su modalidad de trabajo. Descubrir, aceptar y
asombrarse con lo nuevo, lo diferente. Ir a su búsqueda, su
encuentro. Usar todos los sentidos. Intentar apartarnos un rato de
nuestra propia realidad para acercarnos a la del otro y tal vez así
no sentirse tan solo. Desde la perspectiva de esta experiencia
cultural no parece tan difícil.
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